Y, aquí comienza el cuento:
Mira, te cuento, le dice Maruchi a su amiga:
-Fuí al banco, a poner la cartilla al día, bueno, ya sabes, las gestiones que solemos hacer las que no nos apañamos bien con los Cajeros.
En esto que el interventor de la Oficina me dice:
-Dña. Maruchi, ya sé que tiene Vd. unos ahorrillos guardados en una Imposición a Plazo Fijo, que cada trimestre le da unos pequeños intereses.
-Sí, contesto yo. Son los ahorros que poco a poco hemos ido consiguiendo reunir mi marido y yo, de toda una vida trabajando como "mulos". Mi marido haciendo chapuzas, y yo limpiando mierda de otros. Ahora ya estamos jubilados. De pensión nos queda "na y menos", pero al menos tenemos estos ahorros que son como un colchón de seguridad para nosotros.
-Dña. Maruchi, lo sé, lo sé, pero hoy quiero proponerle aumentar su "colchón", sin perjuicio para su marido y Vd.. Este nuevo producto da un interés más alto que la Imposición que tienen Vds. hasta ahora. Además, -continúa el Interventor-, puede hacerlo efectivo cuando quieran, sin penalización. ¿No me diga que no le estoy proponiendo guardar sus ahorros y que le produzcan más, sin peligro ninguno, y pudiendo sacarlo sin penalización?. Este producto se lo ofrezco sólo a clientes de "toda la vida", a clientes preferentes.
-A ésto le contesté yo que sí, que vendría mi marido mañana a firmar, bueno, nosotros no firmamos, ponemos "el dedo", porque en nuestra época no podíamos acudir a la escuela.
-Ya lo sé, -le dice su amiga-, cuando eramos pequeños, los padres no nos enviaban a la escuela, nos ponían a trabajar. Pero, dime, ¿y qué me quieres contar con todo ésto, Maruchi?.
Maruchi se echó a llorar. No le salían palabras de su boca, tan solo una especie de hipo que se mezclaba con sus lágrimas. Poco a poco se fué calmando, para tan solo decirle a su amiga:
-Lo he perdido todo: mi dinero y la confianza en los bancos.
Un abrazo muy fuerte para todas los y las "maruchis",
Mua.
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